29 mayo 2016

Rufina Cambaceres “la que despertó de su muerte”


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La historia de la señorita Rufina Cambaceres se contó de generación en generación y cada boca que la relataba iba agregándole algo distinto, es por eso que hoy en pleno siglo XXI no se puede conocer una “única verdad” de esta historia.
La hipocresía de una época también hizo lo suyo, ya que los prejuicios de comienzos de siglo pasado eran tanto que se tejieron por aquel entonces cientos de versiones diferentes.
Aquí hemos hechos una síntesis de todas ellas.
La familia de Rufina vivía en una distinguida y hermosa casona en la calle Monte de Oca del barrio de Barracas casi enfrente de la Casa Cuna (hoy ya demolida), a pesar de su opulencia su familia estaba signada por el “malquehablar” de la época, esto fue porque  Eugenio Modesto del Corazón de Jesús Cambaceres (foto) de la alta aristocracia argentina, abogado, graduado en la facultad de derecho, que había sido elegido diputado por la legislatura porteña en 1871 era muy transgresor para su época. Durante su mandato presentó un proyecto de separación de la Iglesia y el Estado que produjo un gran escándalo en la sociedad de la época.
En 1876 se dedicó a escribir, logrando poner ante los ojos de todos, la hipocresía de la “santurrona” alta sociedad porteña de fines de siglo XIX con sus urticantes obras.
Para colmo de males, en uno de sus viajes a Europa conoce a Luisa Baccichi (foto), una bailadora austríaca con la cual se casa y regresa a Buenos Aires.
Recordemos que por aquel entonces toda mujer que integraba una compañía de baile era considera menos que una “prostituta”, tal es así que al apellido de luisa rápidamente lo trasformaron en “bachicha” siendo tomado en sorna en todas las fiestas de la alta sociedad porteña.
En ese contesto nace un 31 de mayo de 1883 Rufina, una niña que creció retraída de cara a todas las cosas que tenia que escuchar de su familia, para colmo de sus males a la edad de 5 años pierde a su padre.
Rufina pasó su niñez entre la casona de Monte de Oca y un Campo heredado de su abuelo Llamado el “El Quemado” allí se refugiaba y soñaba de “cómo iba a ser su vida cuando creciera”.
Los días pasaron rápido y Rufina poco a poco se fue trasformando en una adolescente encantadora, heredando muchas de la “dotes de su madre” que aunque ya mayor, conservaba muchos de sus encantos. Tal vez será por eso que Luisa supo conquistar hasta el mismo “pretendiente” de su hija, que no era otro que Hipólito Yrigoyen un político muy influyente de la época.
Un versión de esta historia indica que Yrigoyen (que por aquel entonces tenia 45 años) conoció a Rufina cuando ésta tenia tan solo 15 años. Él frecuentaba su casa y la niña ta vez se enamoró por falta de una imagen paterna. Recordemos que por aquel entonces “era muy común que señores grandes filtrearan y se casaran con adolescentes a pesar de una diferencia grande de edad”.
No se sabe si Yrigoyen correspondía el amor que sentía la niña, pero sí sabemos que (el que iba a ser presidente de los argentinos en 1916) mantenía una relación con Luisa, de hecho de esa “pasión” nació un hijo Luis Herman Irigoyen que (auque reconocido con el tiempo) tubo que cambiar la Y por una I latina.
De esto nada sabia la joven Rufina, ella seguía con su “sueño idílico” y tanto sus amigas y su madre alimentaban la pasión de la soñadora adolescente.
Según los “corillos” que se dijeron por en aquella época (y no sabemos si influenciado por la mala imagen de Luisa o que) era que “Bachicha dopaba a su hija”, con somníferos para realizar encuentros “furtivos” de amor con Yrigoyen en su casa de Montes de Oca, tal vez, esta versión salió para de algún modo “justificar” lo que le sucedió con el tiempo a la pobre Rufina.
La supuesta muerte de Rufina
El 31 de mayo de 1902 Rufina cumplía 19 años, durante años había alimentado sus sueños que el mismo Yrigoyen se había encargado de hacer crecer, ya mayor (se imaginó) que es noche era especial y que luego de festejar con una tertulia en su casa e ir al Tetro Colon a escuchar una orquesta sinfónica, llegaría por fin el momento de darle rienda suelta a todo el amor (que según ella) se prodigaban.
Pero ese día, mientras Rufina se preparaba para la gran velada, una amiga se encargó de abrirle los ojos y le explicó lo que todo el mundo en definitiva sabía.
Le habló de “la pasión de su madre con su pretendiente” y que en realidad “su medio hermano era hijo de Yrigoyen”.
A Rufina Cambaceres en ese momento “se le paralizó el corazón” y esto es literal”.
Los gritos de los sirvientes que vestían a Rufina alertaron a todos los presente, su madre corrió a su habitación y vio a la joven cumpleañera sin signos vitales en el piso, un médico que se encontraba en la casa trató de reanimarla pero no pudo, después, dos médicos más confirmaron su muerte “síncope” aseguraron y rubricaron.
Rápidamente Rufina fue alojada en la bóveda de su tío Antonio Cambaceres, estanciero de gran fortuna y director del Banco provincia de Buenos Aires, donde también estaban los restos de su padre.

Lo que sucedió después sólo Dios y Rufina lo saben, lo cierto es que un cuidador durante su ronda diaria escucho golpes que provenían en dirección de la cripta donde había sido depositada un día antes Rufina, éste sin percatarse demasiado (y conciente de que seguramente había sido uno de los tantos gatos del cementerio) pegó un ojo sobre el vidrio de la gran puerta de hierro de la bóveda y notó que el cajón de Rufina estaba levemente corrido del estante, rápidamente avisó a la familia, que acudió de inmediato que sin preocupación acomodo el féretro nuevamente en su lugar, sin dar demasiada trascendencia al curioso hecho.
La leyenda cuenta que su abuela en Italia al enterrase de lo sucedido viajó lo más urgentemente posible a Buenos Aires (recordemos que en aquel tiempo sólo existía el barco para comunicarse de un continente a otro) y a su llegada ordenó abrir el cajón de su nieta a penas unas semanas muerta. Al abrir el ataúd de encuentran con el espantoso cuadro aterrador, el cuerpo de la bella adolescente de espaldas y su cara toda arañada, seguramente de la desesperación.

Rufina no estaba muerta, había tenido un ataque de catalepsia y había despertado dentro de se ataúd, golpeo y trato con todas sus fuerzas poder salir, pero no pudo. Tal vez, pensó en ese momento “que sentido tenía seguir viviendo si toda su vida había sido una mentira”, pero igual luchó y se aferró a la vida al menos por instinto.
El de Rufina fue el primer ataque de cataléptica que registro el país y a partir de allí alguno dicen que a los muertos se los empezó a velar al menso 24 hs. después de fallecidos.
Su abuela mando a construir un nuevo féretro, este sin ningún tipo de cerramiento y con su tapa apenas apoyada (por las dudas)
además, mando a construir un monumento en su honor en mármol estatuario de Carrara (que se encuentra en la ochava de la bóveda), para que nadie olvide su historia, allí se la ve a Rufina con una mano desfalleciente, tratando de abrir una puerta y una lagrima cayendo por su mejilla derecha, tal vez por su penosa vida, o lo ridículo de su muerte en el mismo día de su cumpleaños, o por su amor…ése que jamás fue correspondido.
Claudio Navarro
Fuente: https://mortaja.wordpress.com/rufina-cambaceres-%E2%80%9Cla-que-desperto-de-su-muerte%E2%80%9D/

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